Las cartas hablaron y dijeron traición ha de venir,
con la traición la locura y con la locura mariposas azules
mutando al marrón de los días pesados por llegar.
No esperaba fuera el destino y la mano y la suerte, y mi universo
quienes me dieran la espalda, quienes me condenaran.
Imposible luchar, imposible vencer, solo cabía aguantar sobrevivir,
esconderse en el oscuro sótano de la soledad y el desánimo,
aguardando al sol y la lluvia fundiéndose en un nuevo arco iris azul
que limpiara el alma, el aire encadenado a la piedra convertida
que latía tiempo atrás y que sonreía hasta la saciedad.
Al menos me quedaron mis fieles gigantes blancos
moviendo sus tres brazos para señalarme que era posible respirar
que el otrora verde campo que me rodea seco como desierto
pero lleno de poder, energía y fertilidad tornará a su color,
que mis mariposas tornaran azules de nuevo, y mis gigantes blancos
ahí seguirán señalando el mar que casi tocan con sus manos
movidas por el viento que nos saluda desde el vecino continente
que susurra a gritos a mis ojos que hay caminos,
desiertos, vergeles, ríos océanos de vida más allá de su alcance,
más allá del alcance de la estrecha mente que nos habita,
donde los colores vuelan y juegan
con las sonrisas que corren y trepan a los árboles
para mandar los besos lo más lejos posible,
para que lleguen al último rincón marrón de soledad,
tornando la piedra que amarra al aire en vida y latidos
en caricias que nunca puedas olvidar, que nunca puedas arrancar
de tu piel cicatrizada de las heridas de la batalla
y con aroma a amor puro y a olvido de toda traición
J. Rafael
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